martes, 15 de diciembre de 2009

La magia del río

A
manece con júbilo, los serpenteantes rayos de sol tratan de romper la nieblina acostada sobre las ramas del verde valle, mientras las pequeñas aves llenan de música el aire con sus livianas y cristalinas voces.
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Un halo blanquecino rodea este sinuoso río, otorgandole un aspecto cuasi misterioso, sus aguas oscuras de estrechos pasillos guardan piedras esculpidas y restos de centenarios árboles, abatidos en su lucha diaria de viento recio, enclavando el suelo con sus nudosas raíces heridas por las embravecidas e invernales aguas.
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Unas botas curtidas en numerosas batallas rompen la superficie del agua, su desgaste producto del roce con puntiagudas piedras pronto les darán fin. Un escalofrío intenso cala entre los huesos, el agua está gélida ayudando a vigorizar los movimientos. El hilo se desliza entre los dedos embadurnando la consistente grasa, que permitirá al disfraz de anzuelo surcar las aguas, anhelando detrás de cada remanso y corriente.
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La temperatura oscila favorablemente, permitiendo que ingrávidos seres levanten su vuelo errático del agua, los pajaros cruzan el cauce repetidamente llenando su boca de vida, la superficie se tiñe de ondulaciones intermitentes, donde graciosos seres llenos de luz, succionan parte de la magia que el río brinda, activando el motor de la cadena que recorre las venas de esta tierra.
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Una piedra desgastada por el paso de los años sirve de aliento, permitiendo que la mirada se llene de regocijo ante tan maravilloso espectáculo, el corazón late al mismo són que dicta la naturaleza, donde todo parece girar al compás de olores y sensaciones inscritos en la memoria.
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El sol calienta la espalda y el agua parece morir, a pesar de la estrechez del cauce se atisba un buen desbroce selectivo que permite una pesca de columna erguida. El ojo siempre observador pronto se percata de surcos y borbotones en el albor de la ribera... Pequeños reductos mansamente poblados de trazas y espinas que conforman el techo del río, es en estos espacios donde ritmicas bocas cercenan la tensión superficial del agua, como si fueran ajenas al tiempo... concentradas en la oportunidad de robar el caramelo de un niño.
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Es en estos lugares donde la ilusión del pescador fluye sin fronteras... donde los problemas se olvidan y los pensamientos se centran en formar parte de un todo. Cada curva, cada corriente, cada remanso es un regalo para el alma, cada rechazo, cada tomada, cada pez perdido alberga una fuente de conocimiento que suscribe las páginas de un libro..., un libro sencillo y diáfano del que nos alegramos por no encontrar final.
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El día mengua y el halo misterioso del río auna de nuevo sus lazos, el río se convierte en un espejo de luz, donde la luna se acerca a mirarse. Los árboles susurran historias lejanas, mientras los pasos se pierden por la vereda.. senda que regresa del mundo de los sueños donde la magia del río se rompe... pero... jamás se olvida.

Un Saludo

5 comentarios:

Unknown dijo...

Muy buenos tanto el texto como las fotos Gaizka...estaba allí dentro de las sombras del rio contigo.
Un abrazo

limpias_team dijo...

gaizka eres una makina muy wenas fotos y gran articulo (como siempre)

Leo Kutú dijo...

Hno. de los anzuelos, Gaizka:
Ratifica un sentimiento que anida en mi desde siempre,...."no somos pocos los que vivenciamos al río y su todo".
Un afectuoso sapukay.-

farioreo dijo...

Pues como para no sentirse estar ahi en el rio.Un bonito relato rodeado de fotos preciosas.A ver cuando tener rios vivos y limpios es el orgullo de la nacion para que el amigo Gaizca pueda seguir con estos relatos con la ilusion y cariño que se merecen.saludos.

Anónimo dijo...

Gaizka, que bonitas fotos y muy buen expresado.

Saludos.